En la deriva de la noche,
la insondable profundidad
de tu mirada rutilante,
el lejano faro que
indica mi norte
La mar de tu cabello esta crecida,
el oleaje de tus pasos
y el vaivén de tu cadera.
Mis brazos vacíos
rodean la frontera
de un recuerdo proscrito
de la memoria
de nadie
Las palabras son pretexto
de una brújula perdida
y de un cielo sin estrellas,
El naufragio de las horas,
los instantes varados
en tu cuello,
el silencio
que navega,
el mañana
circundante
Y tú siempre al final,
de los mapas del espejo
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