martes, 31 de enero de 2012

Odiar los días nublados.

Odio los días que evocan a otros días
esos en que la humedad se compartía
con pasos en terrenos amigos.
Odio el cielo gris y cercano
con filos de tonalidades
armonizando la sombra falsa
 de tus ojos.
Odio mi brazo sobre tus hombros
pretexto del clima
que a mí no me importaba.
A veces odio recordar tu llegada
que acaba con la espera y el misterio.
En los días que evocan a otros días
días fríos, de cielos grises cercanos
la herida de mi hoy
tan lejos de nuestro ayer
siente escalofríos
que le corren de la espalda
hasta este odio
que de serlo, no sería tanto.

lunes, 9 de enero de 2012

De palabras prestadas.

Mi corazón nació desnudo
y fue envuelto en canciones de cuna.
Más tarde, ya solo, llevó
poemas por ropa.
A modo de camisa
cubrían mi espalda
los poemas que había leído.
Así viví durante medo siglo
hasta que nos encontramos y no hubo necesidad de
  palabras.
Por la camisa colgada en el respaldo de la silla
sé esta noche
cuántos años
de aprender de memoria
te he esperado.

John Berger.  

viernes, 6 de enero de 2012

Líneas para no decirte nada.

A la pequeña NVZ.

De todos los recuerdos
El tuyo es el más joven,
Acaba de nacer
Entre el tono de tu risa
Y la sombra del silencio.
Un ayer sigue colgando
De tu mentiroso
Ceño fruncido,
El golpe de tus pasos
Rompe el suelo
Hasta mi oído
Va anunciando tu llegada
Como la inevitable catástrofe.
Como el humo en el incendio
Ya después
Desde la orilla de mis horas
Bajo el cielo
Adormilado y trémulo
Que dejaste aproximar
Mis manos escribieron despedidas
De lunas
Que nada,
Nada
Procuran decirte. 

jueves, 5 de enero de 2012

Respuesta a Liz.

Respuesta de Abin Al Sahairi (brazo armado, con pluma y tinta nada más, de su Majestad Baltazar).
Base tierra. Operación Semilla de sueño.
Buena noche Liz:

Permítame llamarle de esa manera ya que así firma al calce la misiva que tengo ahora en mis manos y que forma parte del torrente de cartas que el día de hoy hacen de nuestra jaqueca una interminable algarabía.
Quiero iniciar mencionando que fue motivo de gran alegría saber nuevamente de usted. Por alguna extraña razón, que usted apenas retoma de forma ligera y casual (y que no reclamamos, por supuesto) casi todos los pequeños peticionarios anuales, cancelan  ese flujo epistolar con la realeza a la que represento, apenas llegada la adolescencia. En los más de los casos se comprende, en otros quizá no tanto, a fin de cuentas es un ciclo que no puede trastocarse.
En lo que a mi respecta aún recuerdo las dosis peligrosamente altas de azúcar que solían complementar los regalos que integraron sus justas demandas en años pasados. Por eso celebro este encuentro de palabras.
Ya en confianza Liz, déjeme compartir información que la tenemos como exclusiva nuestra.
Uno. Es complicado mantener la fe en cualquier cosa que las pupilas y el tacto no confirmen.
Dos. Sabemos de la existencia de los lugares recónditos, de los parajes, de las esquinas sin faroles y excesos de sombras. Conocemos a tantos niños, a muchos y también a los que las estadísticas tan cruel y absurdamente han quitado nombres para convertirlos en un dato porcentual. Sabemos la importancia del pan y la pelota. De lo importante de la leche y el agua, pero también del caramelo y las galletas. Sabemos la importancia de las letras en los libros, la sopa y  las lunetas. ¿Y ustedes también lo saben? ¿Lo saben los padres de esas caritas sucias sin nombre (quienes hubieran sido), la gente del barrio, la gente que pasa, la gente que firma el presupuesto anual y los bonos y las partidas y calcula el tipo de cambio y el índice del mercado de valores? Tiene razón Liz, fue ingenuo preguntar, pero precisamente es importante preguntar para obtener la respuesta. Porque si la respuesta es “si”, entonces algo vamos haciendo mal y en caso de que sea “no”, entonces qué demonios estamos se esperando.
Tres. No hay pretexto Liz, sin embargo son muchos los brazos que se necesitan para abarcar ese enorme círculo. Y, ¿sabe algo?, tampoco pedimos gran cosa, nuestra logística es simple en extremo Liz y usted misma la ha explicado casi sin notarlo.  Cuando el tiempo o los brazos no alcanzan, todo aquél que ayer recibió un regalo, estará presto a resanar esa ausencia. Sí, tal vez un poco de “asegurar el futuro” si lo quiere plantear así, pero sepa que nos ha funcionado.
Cuatro. Hemos conformado complicidades importantes. Una unión indisoluble que hunde su raíz en el ayer, atada con cordel de zapato y serpentina. Esas gentes buenas por fuera y por dentro, nos ayudan y ayudarán a que los  presentes de esta noche sean, como ustedes dicen universales y que si hay algún niño con las manos vacías, sea con el estómago lleno y la boca todavía con ecos de dulzuras y confituras.
Por último querida Liz, le informo que la felicidad al amanecer de Camilita está asegurada (propínele un abrazo extra mientras retiran juntas la envoltura del regalo que junto al zapato se va a colocar)
Por último, ahora sí, me indica Baltazar, insomne irredento, que no es tan tonto para entrar mientras aún se mira la luz de su habitación encendida. Me ha pedido que incluya en estas líneas abrazos de él mismo y de alguien que firma una carta con esa misma petición con el nombre de Andrés Guillén.

Hasta pronto Liz, y por cierto. no olvide mirar también su zapato.
Atentamente
Abin Al Sahairi
Enero 06, 2012.