miércoles, 19 de noviembre de 2014

En la antigua Calle de los plateros




Por desgracia el viaje en común
Llegó hasta aquí y cada uno
Baja del Metro en la estación que le toca.

De un poema de José Emilio Pacheco



La calle guarda también un poco de la memoria de nosotros. La lleva ahí, nada más, a la vista. Anunciando su disponibilidad para quien quiera tomarla. A veces, uno reconoce esos inútiles trebejos para reafirmar la sombra que se diluye con el tiempo. Y encuentra esas frases sin contexto. El sabor del sol sobre la piel distante. El polvo del perfume desteñido. A veces uno recurre a esas artimañas para no morir del todo. Para salirse de la vida que desangra. Para ganarle un día al olvido. Pero nunca es suficiente. Los calendarios se deshojan sin otoño. Hay oídos que ya no entienden a los labios y el reloj está cansado de esa eterna fuga. Entonces se encuentra el rastro de unas huellas y la línea que avanza a su regreso. Nada cambia en la memoria que la calle envuelve. Todo sigue igual. Pero nuestros ojos ya no están para atestiguarlo. Ni podemos abrazarnos para hacer un nudo a la cuerda rota. Fuimos puntuales. No hicimos esperar al destino. Que ya nos esperaba en esquinas opuestas.


Ciudad de México.
Noviembre, 2014.

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