Hoy encontré escrito en un libro
el oleaje agitado de tu nombre.
Recordé las dosis de silencio
acompañadas de palabras
que me sabían a té con azúcar,
una canción que no conocía
y el instante de tu voz
que termina cuando empieza.
Pero pasé la vista a la otra línea,
se acabó el tiempo,
cambié la página,
y el mar que cabe en tu nombre
remansó de pronto
en un arrullo de papel.
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